miércoles, 1 de diciembre de 2010

TODO SOBRE LAS INYECCIONES INTRACAVERNOSAS

Este método terapéutico para la disfunción eréctil, nació al principio de los 80 con la papaverina, droga que aun hoy sigue siendo utilizada dada su eficacia.

Con el correr de los años, fueron estudiadas distintas sustancias quedándonos en la actualidad solo con tres de ellas; la papaverina, la prostaglandina y la fentolamina.

Estas drogas se utilizan en forma individual o combinadas, dos o tres, según la respuesta eréctil que se logre.

Hasta el año 1998, solamente era posible el tratamiento mediante las inyecciones intracavernosas (IIC) u otros medios como el MUSE de alprostadil, las bombas de erección (raras en nuestro medio) o las prótesis penianas, en general de alto costo.

Desde ese año al aparecer en el mercado el SILDENAFIL, como primer fármaco por vía oral, las IIC quedaron relegadas a aquellos pacientes que no respondían a los fármacos orales.

A posteriori aparecieron el VARDENAFIL y el TADALAFIL con una acción muy similar a la del sildenafil pero con algo más de especificidad.

A lo largo de los años, aquellos que nos hemos dedicado exclusivamente al tratamiento de la sexualidad masculina, tanto en URUGUAY como en el resto del mundo, fuimos viendo que el efecto de los fármacos vía oral, decae con el correr del tiempo en relación con el grado de afección vascular. Es así que pacientes que durante un tiempo responden muy bien a la vía oral, luego deben aumentar la dosis para lograr la misma respuesta y a veces ésta, no es lo que solía ser.

También vemos que en el paciente diabético, el efecto de los fármacos por vía oral varía enormemente con los niveles de azúcar en sangre. A mayor glucemia, menor efecto erectógeno del fármaco.

Independientemente de la causa de una disfunción eréctil, si los fármacos vía oral están indicados, es la primera línea de ataque con la que contamos.

Cuando estos fármacos están contraindicados o no son efectivos, la segunda línea de ataque son las IIC.

Estas inyecciones tienen un altísimo porcentaje de efectividad, mucho mayor que el de la vía oral.

La ventaja es que su acción se realiza directamente en el cuerpo cavernoso del pene con lo que se evita el pasaje por el filtro hepático y la degradación en metabolitos que este órgano realiza.

Por esa razón también es que su acción además de ser más eficaz, es también más rápida.

Las IIC están indicadas en todos los casos de disfunción eréctil en donde no hubo respuesta a los fármacos vía oral.

Esto incluye no solo a los pacientes portadores de cuadros orgánicos sino también a los pacientes con un origen puramente sicológico pero que son refractarios a drogas orales.

Un beneficio indirecto que las IIC producen es una potenciación del efecto de los fármacos orales e incluso, logran que pacientes que han perdido la respuesta a ellos, la recuperen por lo menos en parte.

Es muy común y muchas veces muy necesario, que el paciente aprenda a inyectarse ya que eso le genera una independencia de la atención medica.

Las contraindicaciones de las IIC por suerte son muy escasas.

Las mismas no se pueden utilizar en caso de que exista una lesión de carácter inflamatorio o infeccioso en el pene. En ese caso se deberá solucionar esa patología primero. También se contraindican en el caso de trastornos muy graves de la coagulación. El uso de anticoagulantes no impide el uso de las IIC, simplemente se debe tener la precaución de ejercer una buena compresión luego de retirar la aguja.

Están contraindicadas en su modalidad de auto- aplicación cuando el paciente es portador de afecciones que causen priapismos espontáneos ya que en esos casos es posible que la IIC agrave el problema.

Los cuadros siquiátricos severos también pueden llegar a ser una contraindicación pues no sabemos cómo ni en que circunstancia, el paciente va a autoaplicarse.

La aceptación o no de esta forma de tratamiento es lo que marca la diferencia entre el paciente con motivación adecuada de aquel que no la tiene.

En la enorme mayoría de los pacientes, cerca del 95% según mi experiencia, la IIC, logra una buena respuesta.

De cada uno de nosotros, depende el tipo de calidad de vida que pretendamos.